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sábado, 2 de marzo de 2013

"Niños brillantes"

      "Niños brillantes". Al oír estas palabras quedé asustada y en duda absoluta. ¿Qué es ser un niño brillante? Tremenda responsabilidad para un niño, para un joven y también para un adulto. No quiero niños brillantes, quiero niños; no quiero jóvenes brillantes, quiero jóvenes, personas, seres humanos.

      Cuando hablamos de brillantez, ¿qué medimos?... matemáticas, cálculo, problemas, memoria, respuestas, preguntas, gramática... Últimamente las notas están dividiendo a nuestros niños, entre los que son "listos" y los "menos listos", la excelencia, la menos excelencia. Todas estas capacidades son importantes y no lo pongo en duda, pero son importantes añadidas y unidas a muchísimas otras como pueden ser la motivación, la empatía, el esfuerzo, la creatividad...

      Mi pregunta es ¿cómo se mide el nivel de brillantez y qué se mide? Medir a un niño a través de sus notas en lengua y matemáticas e integrarlo en una clase de la excelencia me parece, además de un despropósito, algo perjudicial para la persona. Esto perjudica, no solamente al que queda sin ser excelente, sino al que es denominado “excelente”... ¿cómo tiene que comportarse ahora que es excelente?  ¿Cómo recibirá a nivel personal el error? ¿Cómo una oportunidad de aprendizaje?
     Esta clasificación supone olvidar mucho de lo que somos y que tal vez no sea tan brillante, ó sí. Tal vez esos niños brillantes necesiten de aquellas personas no tan "brillantes", en ese momento, pero que podrían llegar a serlo más tarde ó que lo son en otro tipo de inteligencias. De hecho, el gran investigador y psicólogo Howard Gardner, revolucionó en su momento con su teoría de las "inteligencias múltiples". ¿Qué inteligencias estamos miediendo? ¿Qué inteligencia buscamos?
       Muchos de nosotros no hemos sido BRILLANTES en sobresalientes por múltiples razones,  pero si lo hemos sido en trabajo, en esfuerzo e ilusión y en muchos otros aspectos que hacen, en muchas ocasiones, que puedas llegar más lejos de los llamados inteligentes ó al mismo lugar,  pero... si a priori ya en el colegio te catalogan como "no tan inteligente" y te separan de los excelentes... ¿cómo nos vamos a posicionar? y sobre todo, ¿qué actitud van a tomar los que se encuentran en las clases de las excelencias?
      ¿No aprenderían muchísimo más si continuásen en las clases donde hay diferentes niveles de capacidades pero riqueza humana? ¿Cómo se sentirá una niña cuando debido a sus notas se vea obligada a separarse de una amiga por ser "más inteligente"? Es un aspecto tan complejo y tan equivocado, desde mi punto de vista, que me vienen mil razones para no clasificar ni hacer clases de excelencias. Recordemos que muchos alumnos BRILLANTES  dejan de serlo durante un tiempo por causas externas a ellos. Estoy pensando en separaciones, divorcios, pérdidas familiares, enfermedades cercanas... aspectos que pueden provocar rechazo escolar, baja autoestima, falta de concentración, ansiedad, tristeza... Esto puede provocar en el niño un descenso importante de sus calificaciones temporalmente lo que puede llevarle a una clase "no excelente... ¿Estaría nuestro sistema ayudando a estos alumnos?
Y lo peor de todo ¿Dónde queda la integración? ¿Dónde queda la escuela compensatoria? ¿Dónde queda la igualdad?
     Me pregunto si siguiendo este modelo se terminarán por clasificar las clases por niños tolerantes, menos tolerantes, los sociables... Esto también ayudaría a trabajar actitudes imprescindibles para la vida y para la sociedad.
     Ante tanta duda, recordé al gran Ken Robinson y su definición de nuestros Sistemas Educativos: "anacrónicos", necesitamos que nuestros alumnos tengan soluciones creativas para nuevos problemas y eso no se consigue con más de lo mismo, repitiendo, memorizando y clasificando en los mejores y los peores.
      Aún nuestro sistema educativo busca a los "sobresalientes", pero no veo claro quiénes son y con qué fin necesitamos destacarlos y separarlos.
Las respuestas suelen ser para que rindan más, para poder ampliar y dar más contenido, pero ésto ¿Qué perdidas tiene como persona? ¿Y a nivel social?

      Mientras clasificamos a los colegios, a los niños, a los docentes, a los padres... como buenos y no tan buenos, los niveles de niños con ansiedad asciende, los niños llamados hiperactivos aumentan, el nivel de atención fracasa, la televisión y sus programas ganan audiencia, los padres no cuentan con tiempo para atender a sus hijos y el nivel de estrés se dispara en la población, pero... seguimos sin parar, buscando clases fantásticas y el mejor colegio por resultados académicos. No nos preguntamos ni a nivel político, ni familiar, incluso docente qué perseguimos. No se definen metas con sentido en busca de una auténtica EDUCACIÓN. No se tiene en cuenta ¿Qué es educar? y lo más peligroso y triste: ¿Qué consecuencias tiene no hacerlo bien?
      Si no sabemos hacia dónde vamos no sabremos nunca cuál es el mejor camino para llegar. Debemos plantearnos qué queremos para nuestros hijos, qué queremos para su futuro y el futuro de la sociedad. Olvidamos que su futuro se está formando en su presente y que el futuro no se lo da únicamente las clases de álgebra, las clases de francés, de violín... sino las vivencias en el momento presente: el cariño de un amigo,  el cuento mamá, la canción de su padre, el tiempo de la abuela,  el chiste del vecino... Todos pequeños momentos infravalorados cada día más. Lo que parece una "pérdida de tiempo" hoy en día,  es lo que le ayudará a ser un adulto feliz.
      Yo apuesto por una educación integral, en equipo, una educación de todos, en la que todos seamos conscientes de su importancia y todos tomemos partida, pero donde las emociones tengan un gran peso, dónde el arte y la música de color a sus vidas, los libros se disfruten, las aventuras se vivan y la matemática se sienta en compañía de los que tienen dificultades.

¿Una utopía?

      Tal vez lo sea... pero las utopías son las que nos ayudan a volar, a crecer  y esto sigue siendo una utopía porque a nuestro Sistema Educativo parece no interesarle. Por el contrario, si parece interesarle al Sistema Educativo finlandés  y ellos si están interesados en que todos sus alumnos adquieran una educación integral.  Una educación integral que respete al niño como lo que es, sin querer sobredotarlo antes de andar. Todos tienen conciencia del valor de la educación, padres, políticos y la sociedad en su conjunto, el 95 % de las escuelas son públicas porque interesa que todos los ciudadanos piensen, la inversión es enorme tanto en formación como en recursos para todos. Por lo tanto, si nos comparamos con ellos por los resultados, comparémonos también en el resto de aspectos.
      Como padres y miembros de una sociedad con necesidad de cambio, deberíamos preguntarnos ¿Qué le gusta a nuestro hijo? ¿Doy tiempo a mi hijo?¿Cuál es su pasión? ¿Cuál es su "dominio"? ¿Cómo puedo ayudarle a que encuentre aquello que le gusta? ¿Cómo puedo contribuir a su felicidad? ¿A qué consiga descubrir aquello en lo que podría disfrutar y ser feliz ? ¿Estoy dispuesto ayudarle a conseguirlo?

A veces, involuntariamente proyectamos lo que nosotros deseamos ó lo que nosotros creemos que necesitará en su futuro, pero su futuro no lo conocemos. A veces no escuchamos lo que ellos demandan. Los niños lloran a las puertas de las actividades pero no les escuchamos. Los niños dicen lo que piensan y sienten pero no les escuchamos, les subestimamos.
Los niños y jóvenes comunican mucho más de lo que creemos recibir. Ellos no se expresan de la misma forma que nosotros, ni siquiera con palabras y como nos gustaría, pero hagamos un esfuerzo y escuchémosles.
Consigamos que cuando preguntemos a un niño por la calle qué quiere ser de mayor, no nos responda: "yo quiero ser millonario", "yo quiero ser rico".... y que si nos diga: "yo quiero ser feliz"
                                                                                                        
                                                                                                                          Sandra Martín Martín

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo, yo como madre tampoco quiero niños brillantes, y si niños felices.